TOP10 Chocolaterías que merecen un viaje

Publicado el 1/06/2019

Es el primer vicio, la primera obsesión culinaria y, sobre todo, una adicción que dura toda la vida. A través de tartas, bombones y hasta tacos mexicanos, el chocolate es un compañero perfecto para los grandes momentos de una biografía. Y claro está, ¿cómo no iba a aparecer en los viajes? Estas fábricas, tiendas y museos son un ejemplo de cómo el cacao mueve masas y justifica algunas escapaditas.

 1) VARLHONA (TAIN L’HERMITAGE)

Como suele suceder con los mejores manjares, el chocolate Varlhona nació en un pueblo aislado donde lo mejor que sabían hacer era vino. Hasta que el repostero local Albéric Guironnet empezó a tratar al cacao como a las uvas. Con esa filosofía comenzó a usar granos de solo un año creando sus particulares Grand Crus en Sudamérica, Oceanía y el Caribe. Aunque hoy sus productos se comercialicen en todo el Planeta, Varlhona se debe a sus terruño y en ese mismo pueblito francés de Tain L’Hermitage sigue teniendo su sede, su escuela de cocina y hasta su propia Ciudad del Chocolate.


 2) CHOCOLATE LINE (BRUJAS)

Hay tres cosas que hay que saber sobre Dominique Persoone. Una: que está como una bendita regadera y que eso lo ha demostrado siempre en sus bombones, combinando el chocolate con los ingredientes más arriesgados. Dos: que es el rock star de los maestros chocolateros, llevando su histrionismo y extravagancia mucho más allá del propio manjar. Como ejemplo: su máquina para esnifar chocolate. Tres: que todo esto no tendría sentido si sus tiendas (en Brujas y en Amberes) no fueran dos preciosidades donde reina la educación y el detallismo, lo que, unido a las arriesgadas creaciones, le ha hecho estar dentro de la Guía Michelín. Vamos, que Dominique es raro, pero no tonto.

 


 3) TRAS LOS PASOS DE LA GIANDUJA EN TURÍN

La Gianduja (mezcla de pasta de avellana con chocolate) nació en el Piamonte a principios del Siglo XIX debido al bloqueo que Napoleón hizo de los productos que se importaban desde Inglaterra. Ante la falta de cacao, los maestros pasteleros turineses se las ingeniaron para mezclar lo poco que había con otros ingredientes, ganando por goleada la avellana y creando este manjar. Turín sigue presumiendo de uno de sus postres por antonomasia en dos puntos muy diferentes. El primero es el histórico: Caffarel. Situado en la localidad de Luserna San Giovanni, en esta fábrica se realiza desde 1852 el gianduiotto, la chocolatina por excelencia del norte de Italia. El segundo es el sofisticado: Guido Gobino. Estos artesanos llevan 50 años refundando el arte de la chocolatería en el corazón de Turín y, sobre todo, haciendo unos maridajes de bombones y vino Barolo que provocan orgasmos. De verdad.

 



 4) GORROTXATEGI (TOLOSA)

La mejor confitería de España han pasado de ser un magnífico obrador a todo un imán de turistas. ¿La clave? Su magnífica tienda situada en el centro de Tolosa donde se pueden adquirir sus famosísimos Xaxus, turrones gourmet y sus bombones a la sidra y al cava. Pero no solo eso, también hay todo un museo dedicado al chocolate donde Rafael Gorrotxategi se ha dejado el alma para mostrar el legado de sus antepasados y el futuro de sus creaciones. La visita gana con su carisma y, sobre todo, con esa taza de chocolate acompañado de unas tejas exquisitas que se degustan al final como dulce recompensa.





 5) MAISON CAILLER (BROC, SUIZA)

Chocolate con leche es igual a Suiza, así que todo amante de la versión más dulzona de este manjar se tiene que dejar caer por sus montañas. Probablemente el pueblo más chocolatero de todo el país sea Broc ya que, desde el primer segundo, huele a chocolate. La culpa la tiene la Maison Cailler, la primera fábrica de este producto en tierras helvéticas y responsable de mezclar, por primera vez, su chocolate con la leche condensada de Nestlé. Así se hizo famosa y así lo cuenta en un recorrido interactivo Spanish friendly por sus instalaciones, donde se suceden las salas en las que se habla de la historia de este oscuro objeto de placer. Y al finalizar, una extensa cata y una tienda donde caer en la tentación y dejar de babear.

 



 6) PATRICK ROGER (PARÍS)

Cualquiera de las tiendas de chocolates que Patrick Roger tiene en la capital francesa se encuentran en el límite entre la exhibición y la venta. Y es que Roger se define a sí mismo como un ‘artista’ y lo demuestra con sus creaciones, en las que el sabor no lo es todo. Sus diseños pueblan los escaparates como si fueran unos maniquíes de moda y el chocolate se vendiera por metros. Pero eso sí, que a nadie le asuste tanto derroche de creatividad, dentro reinan unos bombones que, a su modo, resumen el alma escultórica de este artesano.

 



 7) GANONG (NEW BRUNSWICK, CANADÁ)

Desde que los hermanos Ganong fundaran en 1873 esta empresa, nadie en toda Canadá ha sido capaz de mejorar sus creaciones y su apego con el país. Aunque su producción fuera a gran escala, esta empresa ha mantenido siempre su carácter familiar y acogedor y ahora cuenta sus dulces andanzas con un museo que reutiliza la antigua fábrica de ladrillo en St Stephen.


 


 8) PIERRE MARCOLINI (BRUSELAS)

Lo que Pierre Marcolini tiene en Bruselas no son chocolaterías, son directamente joyerías. No es difícil confundir las unas con las otras. Detrás de los expositores y vitrinas luce la delicadeza de sus creaciones rodeadas de una perfección y pulcritud quizás algo exageradas. Pero Pierre es, sobre todo, calidad. No se esperen bombones radicales porque este no es su lugar. Aquí brillan los mejores cacaos en diseños eficaces y sencillos. Porque, pese a todo este lujo, lo mejor comienza cuando el sabor explota en la boca.

 


 9) UNIVERSO DE MICHEL CLUIZEL (DAMVILLE-PARÍS)

Estos populares chocolates franceses mezclan la sofisticación parisina con la autenticidad normanda. O lo que es lo mismo, la historia del creador de la firma, Mark Cluizel, quien soñó con convertirse en el rey del París más goloso. Para conseguirlo tuvo que marcharse a Damville, convertir aquí el cacao en chocolate y luego exportarlo a los paladares más finos. Por eso, su universo tiene un planeta en las mejores calles de París, con auténticas boutiques para pequeños pecados y otro en su localidad de origen, donde en 2002 levantó su propio museo llamado Chocolatrium.

 



 10) THE MAST BROTHERS (NUEVA YORK)

Estos barbudos hermanos tienen un doble mérito. El primero, el convertir su chocolate orgánico en uno de los sabores más característicos del barrio de Williamsburg. El segundo el de haberse anclado en la South Street Seaport de Manhattan, con su tienda donde no solo reina el sabor y los olores del pecado, sino también el diseño en sus espacios y en los envoltorios de sus creaciones. Gracias a ellos, los Hipsters se sienten menos comerciales cuando de atiborran a chocolate.

 



Fuente: traveler.es

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