TOP10 Secretos de Ibiza

Publicado el 1/12/2019

Ibiza es una isla camaleónica, capaz de mimetizarse con los anhelos y necesidades de quienes la frecuentan. Aquellos que buscan la tranquilidad, los paisajes donde solo se escucha el viento y los chiringuitos concebidos para el “dolce far niente” solo tienen que conocer las claves adecuadas. Estas diez propuestas demuestran que Ibiza, incluso en tiempo de verano, puede ser descrita como “la isla de la calma”.


La puesta de sol inolvidable - Platges de Comte



Ibiza experimenta un frenesí insólito en los instantes previos al atardecer, cuando miles de veraneantes ponen rumbo a la costa de poniente. La rocosa orilla de Ses Variades, en Sant Antoni, enclave del mítico Café del Mar, es el lugar más concurrido, donde todo fluye a ritmo de chill out. Algo parecido ocurre en Cala Benirràs, donde la noche es recibida por el latido primitivo de los tambores. Los escenarios posibles son multitud. Platges de Comte, para muchos la playa más paradisíaca de la isla, ofrece un crepúsculo inolvidable, flanqueado por los islotes de S’Espartar y Ses Bledes. La playa congrega todos los días a cientos de personas. Sin embargo, a los pies del pequeño acantilado donde se ubica el parking hay un pequeño recodo conocido como Es Racó d’en Xic, para bañarse mientras el cielo se enciende de rojo.



El chiringuito perdido - Cala d’en Serra

 



La variedad de chiringuitos que salpican la costa de Ibiza es realmente inusual. El de Cala d’en Serra, en el extremo norte, es de los menos conocidos. La orilla de la playa es arenosa, con fondos de piedra y agua color esmeralda. El camino, desde Portinatx, apenas está señalizado y hay que bajar un trecho a pie. Abajo, unas pocas sombrillas y tumbonas, dos docenas de bañistas y un pequeño quiosco de madera. Preparan hamburguesas caseras, sándwiches, ensaladas, tapas y mojitos. Todo sencillo, sabroso y económico, pese a que transportar provisiones hasta un lugar tan aislado constituye una pequeña odisea.


La cena romántica - Can Berri Vell

 

En Ibiza los pueblos son minúsculos, con casas bajas y una iglesia de cal y piedra. Sant Agustí, al sur, es uno de los que se conservan como hace un siglo. Frente al templo, una rústica y bien conservada vivienda rural, típicamente ibicenca, erigida en el siglo XVII. Su patio ajardinado acoge un viejo pozo y se abre a la plaza. El porche, de doble altura, precede a un interior rústico y atractivo, con dependencias reconvertidas en coquetos salones. Tras la fachada se asoma una torre circular, donde los campesinos se cobijaban cuando una embarcación corsaria arribaba a la costa. Can Berri Vell, como se llama la masía, alberga el restaurante más romántico de Ibiza, donde se cena a la luz de las velas, con el tenue resplandor de la capilla iluminada. La cocina, mediterránea y creativa, es de sabores intensos; el personal, amable y profesional, y la coctelería y los postres, puro afrodisíaco.



El paisaje histórico - Santa Llúcia

 



La fortaleza renacentista que encierra el barrio de Dalt Vila, en la capital, es Patrimonio de la Humanidad. Su construcción, ordenada por el rey Felipe II, se inició en 1555, aunque Eivissa fue ciudad fortificada desde la más remota antigüedad. El monumento tiene un perímetro de 1.800 metros y abarca una superficie de diez hectáreas repletas de intrincadas callejuelas y acogedoras plazas. Una vez atravesadas las murallas por el Portal de Ses Taules, se asciende por la Plaça de Sa Carrossa hasta alcanzar el baluarte de Santa Llúcia. Al anochecer está levemente iluminado y poco transitado y ofrece la mejor panorámica del casco histórico. Hacia arriba, los baluartes altos y la catedral. Hacia abajo, los andenes y los barrios porteños.


El restaurante exclusivo - Es Torrent

 



Los platos marineros son los protagonistas de la gastronomía ibicenca. La costa es rica en especies de calidad excepcional, como meros, cabrachos, gallos de San Pedro y gambas rojas. Muchos restaurantes elaboran estas especialidades con maestría. La bahía de Porroig, cerca de Es Cubells, da cobijo a una diminuta cala, Es Torrent, con un establecimiento del mismo nombre, considerado el más exclusivo local de pescado. Todos los días, unos cuantos yates amarran frente a la orilla y sus ocupantes pasan la jornada entre cócteles, tumbados en hamacas y disfrutando de los platos de Es Torrent. Un lugar concebido para que la vida sea puro placer.


La fiesta hippie - Namasté

 



El ambiente nocturno de Ibiza rivaliza en popularidad con sus playas. Las discotecas están calificadas como las mejores del mundo y los dj’s más conocidos protagonizan sus fiestas. Sin embargo, el toque hippy de los primeros tiempos del turismo se mantiene en una divertida fiesta alejada de los circuitos, Namasté, que se celebra las noches de los miércoles en Las Dalias, sede del popular mercadillo. Namasté está organizada por la Juanito, el alma del establecimiento, con la colaboración de la World Family Ibiza, una familia muticultural que posee una de las marcas más exitosas de moda hippy. Juntos organizan una fiesta con gastronomía, mercadillo y música en directo. Una forma de disfrutar Ibiza a la manera de antes.



El bar auténtico - Can Jordi



En las afueras de Sant Josep, junto a la carretera, hay un colmado centenario llamado Can Jordi. Los vecinos paran a comprar verduras y otros víveres o a tomar un café en su vieja barra o en la terraza. Vicent, el alma de Can Jordi, es un apasionado del blues y, desde hace unos años, ha convertido su modesta tienda en uno de los escenarios de conciertos más sorprendentes de la isla. Viernes noche y sábados tarde hay directo al aire libre. Suelen tocar grupos de Ibiza, alguno de gran nivel, pero a veces hay sorpresas increíbles. Sin previo aviso, han tocado músicos de la talla del británico Ben Howard, que hoy triunfa en el mundo, o los Tequila. La música se disfruta con una cerveza fría en una mano, un trozo de coca de pimientos en la otra, y la alegría de vivir en el corazón.



La postal mítica - Torre del Pirata

 



Nadie debería abandonar Ibiza sin ascender hasta la Torre des Savinar, en Cala d’Hort. Este monumento forma parte del sistema de defensa del litoral que impulsó la corona española en el siglo XVIII. La torre cuelga sobre un abrupto acantilado, frente a los islotes de Es Vedrà y Es Vedranell. El paisaje es tan impactante que parece irreal. El escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez se quedó atrapado por él y lo convirtió en escenario de una de sus novelas, Los muertos mandan. Desde entonces la torre es conocida como Torre del Pirata. El camino de acceso está 1,5 km antes de la playa de Cala d’Hort y supone un paseo de 25 minutos.



La playa solitaria - Cala Llentrisca



Quien no haya estado nunca en Ibiza se asombrará al oír que, incluso en los meses de mayor afluencia de veraneantes, pueden encontrarse calas donde disfrutar de un baño en solitario. Lugares como Porroig, Sa Caixota, el Port de Ses Caletes o Es Canaret siguen siendo paraísos desconocidos. A los pies de Es Cubells, al sur, se suceden algunas de estas calas insólitas. La más pintoresca es la última, Cala Llentrisca, que requiere de un paseo de quince minutos por un sendero que bordea la costa desde lo alto. Al final, una cala de agua cristalina, con fondos arenosos y posidonias tan vivas que se asoman a la superficie del agua.

 
 
La tienda original - Sluiz

 


Más allá de los típicos y conocidos mercadillos, las compras más originales de Ibiza probablemente las proporcionen las tiendas Sluiz. La de mayores dimensiones se encuentra en Santa Gertrudis y es obra de una pareja de holandeses. Lo mismo hay latas de gasolina reconvertidas en maletas que muebles de madera reciclada, candelabros increíbles, ropas de marcas exclusivas, aguas premium de todo el mundo… Objetos que alimentan el concepto de compras creativas y que rompen moldes para todos los amantes del shopping original.


Fuente: viajar.elperiodico.com

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